viernes, 3 de agosto de 2012

UN DECORADO EN LA CALLE FERRÁN



El arquitecto holandés Rem Koolhaas usa la expresión ciudad genérica para referirse a aquello que las ciudades actuales de todo el mundo, cada vez mas similares a causa de la globalización, comparten. Recogiendo todas esas características comunes podríamos imaginar una ciudad  abstracta, conformada por las dinámicas sociales y económicas que en los últimos cincuenta años han movido el mundo y han creado formas concretas de comercio y de estilo de vida. Los edificios de la ciudad genérica, o almenos los de su centro, tendirían a ser altos bloques compactos y despersonalizados que generan, al amontonarse, un perfil característico (lo que los anglosajones llaman una skyline) que ya hemos integrado en el imaginario colectivo global. Este perfil es la imagen resumen de la ciudad contemporánea, su mejor representación. El cine, el teatro y el cómic han usado con profusión las posibilidades narrativas que esta imagen ofrece: si queremos situar una acción concreta en un entorno claramente urbano sólo tenemos que hacer aparecer al fondo este perfil "genérico", que entonces se convierte en una especie de escenografía de la ciudad.


Correrías urbanas de Mortadelo y Filemón.

F. Ibáñez. Cada dia una trifulca. Editorial Bruguera. 1975

Cuando subimos por la calle de Jaume I en dirección a plaza Sant Jaume sólo tenemos que levantar la vista y mirar al frente para ver cómo va apareciendo un extraño prisma gris al fondo de la calle Ferrán (la continuación de la calle Jaume I después de la plaza sant Jaume). Una vez hemos llegado a la plaza este mismo edificio se levanta, gigantesco por detrás de todas las fachadas y además a su lado ha aparecido otro un poco más pequeño. Estos volúmenes no tienen ventanas y tampoco placas de cristal; son totalmente opacos y esto tiene un doble efecto desconcertante. Por un lado ningún elemento nos ayuda a hacernos una idea exacta de la escala del edificio y, por tanto, no sabemos lo lejos o cerca que está; por otro nos podemos preguntar: ¿qué pasa ahí dentro? ¿quién puede habitar unos edificios tan grandes sin ventanas ni luz natural? Su sola imagen ya tiene un aire de irrealidad. Estos dos misteriosos bloques, más que edificios parecen representaciones de ellos; como si al final de la ciudad real se hubiera empezado a disponer una escenografía urbana que completara la imagen de ésta. Algo comparable a los pequeños pósters que pegábamos de niños en la pared de fondo del belén y en los que veíamos continuar dibujados los ríos, las colinas y los árbloles "reales" que habíamos construido con piedras, musgo y ramas. Los dos prismas parece que han empezado a configurar el perfil abstracto de la ciudad genérica tras la ciudad real.


Llegando a plaza Sant Jaume


Pero no estamos dentro de un cómic. En este punto hemos llegado al centro de la plaza y sería difícil resistirse a dejarse llevar por la calle Ferrán hacia abajo en dirección hacia esta aparición, con los ojos clavados en ella. Con un poco de suerte no le encontraremos ninguna explicación racional al asunto y permanecerá como una especie de ilusión cristalizada entre lo real. La calle Ferrán es recta y desde aquí su final es apenas un punto en el que vemos aparecer el verde de los árboles de las Ramblas. Todo esto está a este lado del espejo; al otro lado y por encima siguen estando los enormes edificios misteriosos. Imposible saber su medida exacta, imposible saber a qué distancia están.



Desde calle Ferrán


Caminamos hacia ellos pero nada cambia y cuando ya estamos llegando al fin de la calle pensamos que tendremos que cruzar las Ramblas y seguir por la calle Unió en nuestra búsqueda desesperada de una no-respuesta. Pero entonces aparece la esquina que el Liceu forma con la misma calle Unió y de repente nuestros edificios pasan a este lado del espejo, cogen una medida concreta y se sitúan en un espacio concreto: encima del teatro, doblando la altura de éste.

Ya está, ahora sabemos lo que son: la caja escénica del Liceu, que sobresale por encima de sus fachadas. En aquellos prismas misteriosos habitan los decorados, el telón, el propio escenario; ya tenemos la respuesta. Y, al contrario de lo que pensábamos, ésta no niega nada de lo que la primera imagen nos había sugerido. No hemos ido a parar al terreno de una realidad vulgar, sino mas bien al de una realidad poética: éstos edificios pertenecen por su propia naturaleza al mundo de las ilusiones. Són una escenografia reversible: hacia dentro representan un palacio, un bosque o un barco; hacia fuera la ciudad.


                                                                                                             Rafael Pérez Mora






2 comentarios:

  1. Exacte! Jo he viscut aquesta desconcertant situació en avançar pel carrer Ferran cap a les rambles.

    ResponderEliminar

Licencia Creative Commons
milbarcelonas por Rafael Pérez Mora se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 3.0 Unported.